Raphael Brunis tenía una vida que muchos desean a sus 17 años: era PRO, patinaba todo el día en MACBA y pasaba las noches de colegueo jugando al poker. Sin embargo, con el tiempo la cosa se torció y tuvo que buscar alternativas. Su sueldo como skater peligraba mientras que sus habilidades en el póker se le iban de las manos, así que se centró en las cartas porque se negaba a tener un trabajo de oficina, pero eso tuvo un precio: «Tuve que sacrificar el skate para ser un pro del póker».
«No era jugador de póker profesional y ya cobraba más que como skater», dice Raph en un documental publicado por Red Bull para explicar por qué tomó la decisión. En cambio, tras tomar la decisión de abandonar su carrera como skater profesional se dio cuenta de que de este modo no tenía ninguna obligación con el patín y que era más independiente.
Por otra parte, encontró varios símiles entre el póker y el skateboarding, como por ejemplo el hecho de inspirarte viendo los vídeos de otra persona. Pero después de una larga temporada ganándose la vida de este modo se volvió a ver atado por esta nueva profesión, así que rompió con todo y decidió volver al origen: la libertad y su patín.
Actualmente, tal y como explica en la web de Red Bull, vive en Costa Rica y juega al póker y patina de un modo mucho más relajado, porque tiene muy claro lo que quiere en la vida: «No juego al póker para ser rico, sino para ser libre«.